The Titan o el cine a la medida

Asistimos a una nueva era con cine hecho a la medida. Sí, exactamente, cada vez que usted o alguno de los millones de suscriptores de estas plataformas de streaming hace clic sobre un contenido, un algoritmo informa a la base de datos sobre las tendencias (preferencias) de los usuarios y, a partir de ahí, aparece un argumento cinematográfico que es arrojado a un banco de guionistas primerizos (cual cardumen de pirañas), al que se le busca dar forma como guión. Ya podrá imaginar usted el resultado: una película a la medida de las tendencias (número de clics).

Con The Titan (2018), del novato director alemán Lennart Ruff, recoge ese guión lleno de clics y lo transforma en...una película a la medida de millones de espectadores que escogieron una serie de ciencia ficción con mutantes por aquí, una película bélica por allá, un documental sobre la Eugenesia por casualidad y, a su vez, muchas sugerencias que la misma plataforma les hizo.

El aviso de ahorrar dinero comienza aquí (SPOILER ALERT)

El trailer de la película logra disimular a perfección el desinterés de los actores principales, los efectos especiales del marco europeo de practicantes de primer semestre en CGI y las enormes inconsistencias de ese guión tipo QUILT (Colcha de retazos).




El casting (donde se gastaron todo el presupuesto) sorprende por su baja caracterización (ni siquiera el vestuario), actuaciones inexpresivas y un dejo de incomodidad con los diálogos, los escenarios y las situaciones. De quien más se podría esperar es de quien menos se recibe: Tom Wilkinson en el papel del Profesor Martin Collingwood, muy distante de lo que hizo en Michael Clayton (2007).

La historia hace una introducción ligera que trata de explicar cómo la tierra se ha vuelto inhabitable a causa del cambio climático y donde mueren por millones; sin embargo, se muestra al protagonista (realmente es tan absurda la trama que quizás la protagonista sea su esposa) y su familia entrando a un complejo militar muy verde, sin tormentas ni problemas climáticos. Acto seguido, se da paso al drama inicial (sí, aquí es donde el algoritmo de Netflix dijo: "los usuarios están llorando con escenas de The 100") en el que se narra en un diálogo estéril (sin un solo flashback, sonido de estallido o de viento) que el protagonista sobrevivió 3 días en un desierto y por eso ha sido conducido a ese complejo militar para participar en un proyecto que llevará al hombre a Titán, una de las lunas de Saturno donde solo existe nitrógeno para respirar. Se les queda por fuera un par de datos importantes: la atmósfera de Titán es 60% más pesada que la de la Tierra y su gravedad es el 10% de la que sufrimos aquí; por lo tanto, llevar vida al enorme compañero de Saturno no se soluciona únicamente con respirar nitrógeno por medio de agallas, hacer mucho ejercicio y mutar a algo alado y de 4 dedos, es más, dadas las condiciones de esta luna, básicamente tendríamos que mutar a algo muy parecido a una bacteria.

Entonces, si aún sigue ahí leyendo esto, el algoritmo dijo "mutantes, muchos mutantes y superhéroes" por lo que la película continua con una trama que deja ver a la noventera Isla de Doctor Moreau, como la quinta esencia del séptimo arte. Inyecciones por aquí, un cambio de piel por allá (insisto en lo pobre de los efectos especiales) y personajes que aparecen 1 minuto, mueren, de los que no se sabe nada y que nada aportan a lo que se pretende contar.

El momento culmen del algoritmo llega en el twist o giro argumental principal, cuando ingresan al protagonista a un quirófano y por obra del guionista o del código de dios, sale un muñeco que no puede hablar y que tiene tentáculos asesinos. Sí, así, sin derecho a pensar, a objetar, a sentirse tratado como estúpido, solo un cambio radical de la trama, solo un premio para el equipo maquillador porque se acercó un poco a Species (1995) y no a The Thing (1982), minimizando el impacto del CGI final, que es simplemente espantoso.

Un viejo adagio dice "del afán no queda sino el cansancio" y es que, después de ver esta película, a esta plataforma streaming por suscripción (Netflix) debería quedarle por moraleja que no todo consiste en darle gusto al usuario, menos cuando el argumento se basa en un promedio estadístico sobre lo que ven sus suscriptores; además, que hacer ciencia ficción requiere cuidar las inexactitudes físicas dadas las lógicas que nos rigen en el presente para hacer soñar al espectador con algo concreto porque este género cinematográfico es distinto a la fantasía pura.

Colofón: ¿se fijaron en que la imagen de la promoción mostraba medio rostro con piel de reptil y una especie de oreja? Pues en la película final parece que no alcanzó el presupuesto para ese maquillaje así que lo dejaron plano, sin escamas y sin oreja de tricératops.

Tunjocalificación:

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